Durante sus salidas, hoy a los jardinillos de la localidad, se detienen a observar con atención cada pequeño detalle: el vuelo ágil de los pájaros, el delicado perfume de las rosas, la majestuosidad de los árboles, la geometría perfecta de las telas de araña, el ir y venir de los insectos y el colorido revoloteo de las mariposas.
Con los sentidos bien despiertos, escuchan el susurro de la hierba al moverse con el viento, el crujir de la hierba bajo sus pies y el alegre trinar de los pájaros que parecen cantar solo para ellos. Cada sonido y cada imagen se convierte en una experiencia única que alimenta su imaginación y su capacidad de asombro.
Después de este momento de contemplación, los niños y niñas abren sus cuadernos de campo. Allí, con lápices y palabras sinceras, plasman lo que más les ha emocionado.
Acompañan sus textos con magníficos dibujos llenos de detalle e imaginación, donde cada pétalo, ala o rama cobra vida en el papel. Estos cuadernos se convierten en verdaderos tesoros que reflejan no solo lo que han visto, sino también cómo lo han sentido.
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